“La verdadera educación no sólo consiste en
enseñar a pensar, sino también en aprender
a pensar
sobre lo que se piensa, y este momento
reflexivo –el que
con mayor nitidez marca nuestro salto
evolutivo respecto
a otras especies- exige constatar nuestra
pertenencia a una
comunidad
de criaturas pensantes”.
Fernando Savater.
La tutoría, reto para la socioformación
Judith A. Dorantes Nova
jdorantes_n@yahoo.com.mx
Introducción
La sociedad del
conocimiento reta a los docentes a acompañar a los alumnos durante su
trayectoria académica, y coadyuvar así en su formación integral. Alcanzar metas y solucionar problemas en los que se involucren el desarrollo
personal, emocional y social, potencia las competencias para aprender a
conocer, a hacer, a aprender, a convivir
y a ser; pilares de la transformación de la sociedad.
Desde la socioformación,
la acción tutorial permite abordar las necesidades vitales de los estudiantes y
contribuir a la construcción y fortalecimiento de un proyecto ético de vida (Tobón,
2012). Tarea nada fácil, pues se
enfrentan entonces a una transformación que en el contexto de las nuevas sociedades,
requiere de una reestructuración del perfil de profesor.
En este sentido, la figura
del tutor se reviste de una importancia mayúscula y acción complementaria de la
labor docente. Intervenir oportunamente
en la formación y desarrollo personal de
los estudiantes, así como en la toma de decisiones y solución de problemas,
impacta en el desarrollo de
competencias, necesarias para desenvolverse adecuadamente en el ámbito
profesional y personal.
Se parte de la
trascendencia que en las instituciones educativas tiene el acompañamiento a los
estudiantes en el marco del nuevo Modelo Educativo, en el que se pretende que
el docente tutor, a partir de un enfoque basado en competencias desarrolle en
el alumno la capacidad de investigar, aprender, construir e innovar (Moncada,
Gómez, 2012),
al ritmo que van marcando
las nuevas tendencias educativas.
Los docentes entonces se
enfrentan a la imperiosa necesidad de trascender las limitaciones propias y de
los alumnos, para apoyarlos en el establecimiento de un proyecto de vida que,
desde la socioformación habrá de vislumbrarse a través del planteamiento de metas a corto y mediano plazo, con calidad
de vida para ellos y para los demás, buscando fortalecer el tejido social,
mediante el trabajo colaborativo entre todos los actores del proceso educativo.
Desarrollo
Dadas las circunstancias que caracterizan al mundo
globalizado, en la reconstrucción histórica del papel de los jóvenes en una
sociedad como la mexicana, ser joven,
tiene posibilidades y riesgos, puesto que representa una serie de procesos
históricos, sociales, culturales, políticos y económicos que lo diferencian y
lo distinguen como un grupo específico, pero no bien definido; que representa
la más grande de las paradojas (Universidad de Guadalajara, 2010), y que por ello es también un sector con
innumerables posibilidades, en las cuales, como docentes, tenemos la oportunidad
de participar.
Ya desde el Emilio,
de Rousseau, el interés por los jóvenes se ha dividido en tres líneas que
prevalecen hoy en día:
1.
Psicológica
(niño-adolescente)
2.
Pedagógica
(adolescente-estudiante)
3.
Sociológica-antropológica
(joven)
Y son estas las líneas que van marcando el
acompañamiento, cuya trascendencia traspasa las paredes del aula, generando
competencias para la vida, orientado a la integración de los saberes acorde a
las necesidades de los propios estudiantes, a sus intereses y a los diferentes
ritmos de aprendizaje.
La nueva visión del alumno conlleva la integración
de nuevos paradigmas que lo sitúan como protagonista en su proceso de
aprendizaje. Es el docente quien media
entre el estudiante y el desarrollo de competencias que brindan la posibilidad
de afrontar las problemáticas, y en este sentido, el responsable también de
adquirirlas para sí, pues el reto está en orientar o conducir a los alumnos,
entre otras cosas, a trazar su proyecto ético de vida.
De cara a los retos que plantea la RIEMS: calidad, cobertura y equidad, los nuevos
enfoques de métodos y estrategias centradas en el aprendizaje habrán de
proporcionar a la educación en nuestro país, los estándares internacionales que
demandan nuestros estudiantes para poder competir en el mundo globalizado
Ante los cambios sociales, desde un enfoque
formativo, la mediación está centrada en el desarrollo de competencias y en el
abordaje no sólo de los aspectos académicos, sino también de los aspectos
socio-psico-afectivos. Como parte de la
socioformación se pretende el pleno desarrollo de las potencialidades de los
alumnos en aras de afrontar los retos.
La motivación construye y permite el despliegue de conocimientos, habilidades,
actitudes y valores que van estructurando un proyecto personal (IPN
2012).
En un proceso de mediación, como es el caso de las
tutorías, es necesario transformar la educación, hacerla pertinente, mirar a
través de otros enfoques y buscar recuperar los valores universales que generen
un cambio: responsabilidad, honestidad, equidad y respeto, entre otros. La socioformación recupera diversos enfoques
para lograr esos objetivos, y entre otros aspectos, acompañar al alumno para
introducirse, crear e innovar en la sociedad del conocimiento.
Avanzar en la implementación de la socioformación,
vista como un nuevo enfoque educativo que plantea orientar la formación con
base en el proyecto ético de vida y el desarrollo de competencias que resuelvan
problemas del contexto, con base en la asunción continua de retos, la creatividad, la colaboración, la
transversalidad y la metacognición (Tobón, 2010), es para la tutoría, columna
vertebral del acompañamiento.
“Aprender a aprender” propicia un trabajo colaborativo
generando ambientes abiertos de aprendizaje, en los que se involucran las
competencias genéricas o capacidades para la vida: aprender a ser, a hacer y a
convivir, haciendo énfasis en que “lo que se enseña” debe estar graduado a la
edad, el nivel y las características de los estudiantes. Por ello, la tutoría hoy por hoy cobra
una gran relevancia, al establecer un vínculo cercano entre el docente y el
alumno, con estrategias que favorecen no sólo su trayectoria académica, sino
también su formación como ciudadanos, mediante un proyecto ético de vida.
Conclusiones
De cara a los retos que plantea la RIEMS: calidad, cobertura y equidad, los nuevos
enfoques de métodos y estrategias centradas en el aprendizaje habrán de
proporcionar a la educación en nuestro país, los estándares internacionales que
requieren nuestros estudiantes para poder competir en el mundo globalizado
Flexibilidad,
apertura y equidad es lo que demanda nuestra educación hoy en día; abrir esos
espacios del saber que permitan a los alumnos, mediante una buena orientación,
fortalecer sus aprendizajes, desarrollar la reflexión, la crítica y la
discriminación ante el mundo de información en el que se hallan inmersos para
formar ciudadanos con visión futurista que demanda el mundo de hoy, y así
transitar a una formación para la vida.
Esta
es nuestra responsabilidad como docentes: la construcción de ciudadanos con
capacidad de crítica, de pensamiento y acciones que pongan en juego su
aprendizaje significativo, en un
ambiente donde predomine la equidad, que estén al alcance de la mayoría,
y no en forma selectiva, que atienda a sus necesidades, para así, incorporarse a un entorno internacional
y multicultural. Ese es el reto,
recuperar la acción tutorial desde la formación.
Referencias
IPN (2012). Programa
Institucional de Tutorías.
Coordinación Institucional de Tutorías Politécnicas
Moncada C., Gómez B. (2012).
Tutoría en competencias para el
aprendizaje autónomo. México: Trillas
Tobón, S.
(2012). El proceso de mediación. Diez
acciones esenciales para formar y evaluar las competencias. México: CIFE
Tobón, S. (2006). Aspectos
básicos de la formación basada en competencias. Talca: Proyecto Mesesup
Universidad de Guadalajara (2010). La
tutoría en el Sistema de Educación de Educación Media Superior. Autor